No más sangre! ¡Tinta en vez de sangre! ¡Ilustración y no barbarie! ¡Educación al pueblo! ¡Diversiones que hablen a su inteligencia y no a sus sentidos! ¡Artes útiles en lugar de mojiganga! ¡Periódicos en vez de banderillas! ¡El cincel y no el puñal del carnicero! ¡Enseñar a pensar y no a matar! ¡Moralizar en vez de corromper!
—Ignacio Manuel Altamirano, 16 de septiembre de 1867, en el periódico *El Correo de México*.
El debate sobre la prohibición de las corridas de toros en la capital del país lleva ya tiempo. Se argumenta que es parte de la cultura, que el toro de lidia podría desaparecer o incluso que habría una pérdida de empleos. Sin embargo, las últimas encuestas realizadas y publicadas en diversos diarios revelan que 7 de cada 10 mexicanos no están a favor o no les interesa este evento.
Pero hay algo más profundo detrás de esto: empresarios y beneficiados involucrados. Entre ellos, se encuentra el prófugo Miguel Alemán Magnani, quien dejó al frente de la Plaza de Toros México a Antonio Cosío Pando, asesor de grandes empresarios como Carlos Slim y el difunto Antonio Baillères. Cosío Pando es parte de Grupo Brisas, una de las empresas más destacadas en el ámbito de la hospitalidad y el turismo de lujo en México. Este grupo, liderado por Cosío Pando, supervisa importantes proyectos hoteleros, especialmente en destinos costeros como Ixtapa, Acapulco y el Caribe mexicano.
La familia Cosío ha dejado una huella significativa en la industria hotelera y de entretenimiento desde los años 50, cuando fundaron uno de los hoteles más emblemáticos de Acapulco: el Hotel Las Brisas, que se convirtió en un punto de encuentro para personalidades nacionales e internacionales durante el apogeo de este destino. Además, Grupo Brisas administra propiedades de lujo bajo la marca Galería Plaza, con presencia en varias ciudades importantes de México, como la Ciudad de México, Monterrey, León, Irapuato y Veracruz.
Y si a esto le sumamos que OCESA es aliada de este grupo, comenzamos a entender por qué este tema no avanza. El interés económico está en juego, y algunos de los empresarios más poderosos del país están involucrados. Podríamos preguntarnos: *¿Qué tiene de malo?* Si nos enfocamos únicamente en el caso de la Plaza de Toros México, encontramos diversas situaciones que evidencian corrupción y explican el silencio de los legisladores panistas locales.
Manuel Sescosse señala que, en lugar de actuar de manera imparcial, la autoridad responsable de hacer cumplir la ley —la delegación Benito Juárez, en ese entonces dirigida por el panista Jorge Romero— designó a Javier García de la Peña, visto como un aliado incondicional de los propietarios, para supervisar la legalidad de las corridas de toros. En una entrevista, García de la Peña, el nuevo médico encargado de aplicar sanciones, afirma que la "ética" de los empresarios y ganaderos es la principal garantía del espectáculo, argumentando que esto hace imposible que se cometa fraude. Sin embargo, diversas asociaciones de médicos veterinarios han criticado la falta de transparencia en la Plaza México, donde se han encontrado becerros o novillos —no toros— lastimados, con los cuernos recortados o sin las condiciones adecuadas de peso o traslado.
Este es solo un primer dato para entender el silencio del panismo. Al observar los nombres de los empresarios involucrados, podríamos decir que las corridas de toros son un "pequeño gusto" de ellos, un lujo que mantienen gracias a su poder económico. En cierto modo, es como un club de "bárbaros millonarios", un espacio de socialité donde no se valora la educación, sino la posesión de cantidades exorbitantes de dinero. Hasta ahí, el problema podría parecer menor, limitándose al sufrimiento animal (aunque se argumenta que, sin esta práctica, el toro de lidia se extinguiría, algo que ha sido desmentido en varias ocasiones, pero eso será tema de otro artículo).
Sin embargo, al profundizar, vemos que no se trata solo de un club de socialité bárbara. Las corridas de toros ocupan el tercer lugar en apuestas nacionales, y uno de sus principales patrocinadores es PlayDoit. Esto aumenta el interés económico y abre la puerta a prácticas cuestionables. Si añadimos que figuras como Miguel Alemán Valdés y el 70% de la cúpula multimillonaria del país —de la cual, sin afán de juzgar, el 90% evade impuestos y diversifica ganancias sin comprobación— están involucradas, podemos hablar de "legitimación de capital", evasión fiscal y apuestas ilegales. Todo esto bajo la fachada de un negocio legítimo, sumado a un club que concentra más del 80% del dinero del país.
En esta primera parte, he querido presentar estos datos para que comprendamos por qué este tema es tan complicado, por qué hay miedo o silencio entre políticos y legisladores. Detrás de este "toro" hay una cabeza poderosa. Se intenta justificar la práctica apelando a la cultura e incluso consultando a pueblos originarios, pero la realidad es que esta tradición está casi extinta en gran parte del país. Además, invocar a los pueblos originarios resulta ofensivo, ya que las corridas de toros son una herencia de la "madre patria" y no de las prácticas ancestrales de estos pueblos.
Esperen la segunda parte.
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