Más allá del discurso, que no presentó nada relevante y se limitó a repetir lo que se ha dicho desde febrero, hubo algunos candidatos a jueces, ministros y magistrados. La gran mayoría no contaba con un padrino político, sino que intentaba despertar interés en redes sociales demostrando su apoyo a Claudia Sheinbaum. La movilización de los sindicatos ya no siguió el viejo estilo del PRI, sino el moderno estilo morenista. Sin embargo, más allá de estas situaciones esperadas, se dieron tres momentos que permiten hacer una lectura del inicio del sexto mes presidencial:
1. *Los gobernadores de oposición son claudistas*: Lo que ya se ha venido observando a lo largo de estos seis meses es una clara unidad y disposición total hacia Claudia Sheinbaum. No es casualidad que fueran los más cercanos durante el discurso. En cambio, los 24 gobernadores de Morena y uno del Partido Verde no están del todo de acuerdo con algunas decisiones, especialmente en lo que respecta a las reformas y al acercamiento con contrincantes políticos en sus estados.
2. *El pequeño descuido de los líderes morenistas*: Un detalle llamativo fue que estuvieron más pendientes de tomarse una foto entre ellos (Andy, Luisa María Alcalde, Adán “Sugar Drácula” Augusto, Ricardo “Pastorcito” Monreal y Manuel “Ken” Velasco) que de enfocarse en la presidenta. En un momento donde el personaje más importante debería ser Claudia, quedó claro que enviaron un mensaje de que no están completamente alineados con ella. Esto sugiere que los dos poderes y el partido en el poder no se someten al presidencialismo. Claudia, por su parte, respondió de manera rápida y sonriente, demostrando que esa tan presumida unidad no incluye a todos. Van 3 puntos para el equipo de AMLO y 0 para Claudia.
3. *Los actores políticos más entusiastas son los peñistas*: Aunque se logró reunir a casi 400 mil simpatizantes y agremiados de los sindicatos principales, se nota que la apertura de Claudia no ha sido bien recibida por algunos gobernadores morenistas. La división en la movilización quedó clara: cada quien movió sus piezas para su propio beneficio y dejó mensajes en sus redes sociales. Desde diputados que se unieron hasta aquellos que prefirieron alinearse con sus gobernadores, fue una movilización que mostró volumen, pero también un desorden en la unidad.
Hubo lleno, pero el mensaje no fue el esperado. Después de otra pausa en los aranceles, se pudo apreciar que cada quien tiene su fuerza de movilización, pero dividida en grupos y no en un partido unido. Esto da a entender que solo es el inicio de una pelea en la que la presidenta lleva tres derrotas: los conflictos creados en el Senado y la Cámara de Diputados, el poder del partido sobre estos y los gobernadores, y la última reforma que se aprobó según los términos de ellos. El desplante de hoy no es casualidad, pero las acciones y los mensajes dicen más que las disculpas y los discursos.
Los gobernadores de oposición están más alineados con Claudia, mientras que los gobernadores de Morena muestran ciertos resentimientos por decisiones que no necesariamente fueron todas de ella. Además, muchos sienten que su puesto no se lo deben a Claudia y que el dueño del partido aún puede cumplirles con puestos en 2027. Más que demostrar el poder de la presidenta, este evento mostró que la guerra apenas comienza y que ya no estamos en una campaña eterna, sino en una guerra de sucesión eterna.
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